Tipos principales
Depósitos y cuentas de ahorro: guardas tu dinero en el banco y recibes intereses.
Bonos (deuda pública o privada): prestas a gobiernos o empresas a cambio de cupones periódicos y la devolución al vencimiento.
Acciones: adquieres una parte del capital de una empresa; obtienes dividendos y te beneficias (o sufres) la variación de su precio.
Fondos de inversión: vehículo colectivo que gestiona el dinero de varios inversores para diversificar en distintos activos.
Derivados (opciones, futuros, swaps): contratos sobre otro activo subyacente, usados para cobertura o especulación.
Características clave
Liquidez: facilidad para venderlo y convertirlo en efectivo.
Rentabilidad esperada: ingresos por intereses, dividendos o plusvalías.
Riesgo: posibilidad de impago (crédito), fluctuaciones de mercado, variaciones de tipos de interés o de divisa.
¿Por qué importan?
Te permiten diversificar tu ahorro y reducir la volatilidad de tu cartera.
Ayudan a protegerte de la inflación si eliges instrumentos indexados o que ajustan su rendimiento.
A largo plazo, históricos muestran que suelen superar la rentabilidad de dejar el dinero inactivo.

¿Qué es un Activo Financiero?
Activo Financiero
Un activo financiero es un instrumento legal que te da el derecho a recibir dinero en el futuro —ya sea en forma de intereses, dividendos o la devolución del capital invertido— sin que exista un bien físico de por medio. Funcionan como contratos entre tú (inversor) y un emisor (banco, empresa o Estado) que te permiten “poner a trabajar” tus ahorros para generar rentabilidad.
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