Las Exclusiones de un seguro son aquellas cláusulas que definen los límites máximos de las coberturas. Todas las compañías de seguros las incluyen en sus condiciones y pueden consultarse en la póliza. De hecho, las aseguradoras tienen la obligación de entregar este documento al tomador del seguro para evitar problemas o malentendidos en el futuro.

Aunque cada compañía establece sus propias condiciones, las principales exclusiones de un seguro de vida son:

  • El suicidio.
  • Fallecimiento intencional del asegurado por parte de uno de los beneficiarios de la póliza.
  • Fallecimiento bajo los efectos de cualquier droga.
  • Fallecimiento como consecuencia de una enfermedad preexistente.
  • Fallecimiento por deportes de riesgo.

Antes de contratar un seguro médico, el asegurado debe rellenar un cuestionario de salud y, en ocasiones, pasar una revisión médica. De esta forma, la compañía puede valorar los riesgos y las enfermedades preexistentes. Si la compañía de seguros detecta una patología grave que pueda suponer un riesgo, podrá rechazar la contratación.

Las principales exclusiones en los seguros de salud son:

  • Tratamientos ortopédicos y prótesis.
  • Vacunas y medicamentos.
  • Hospitalizaciones psiquiátricas y psicoanálisis.
  • Interrupción voluntaria del embarazo y partos a domicilio.
  • Cirugía estética y trasplantes.
  • Cirugía refractiva para la miopía, hipermetropía y astigmatismo.
Por su parte, la exclusión más habitual en el seguro de automóvil es conducir bajo los efectos de cualquier droga. Dado que hacerlo supone un riesgo muy alto de producir un siniestro, la compañía de seguros excluye este supuesto.

Además, los seguros de hogar también cuentan con ciertas exclusiones y que, a menudo, pasan desapercibidas por los tomadores del seguro. Las más comunes son:

  • Incendios provocados por el asegurado.
  • Daños ocasionados por atascos en las tuberías.
  • Daños provocados por instalaciones en malas condiciones.
  • Daños o pérdidas de objetos que se encuentran en el exterior de la vivienda.
  • Daños provocados por lluvia, nieve o viento, especialmente si la fuerza del viento supera los 120 km/h.
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