Invertir en una recesión
Es cierto que el clima actual no tiene precedentes en los mercados: una situación convulsa, caracterizada por las elevadas presiones inflacionarias, tal y como se puede observar cada vez que vamos a hacer la compra, pero también por el giro hacia un enfoque más local y menos global en los patrones comerciales y por el final de la era de las energías asequibles. Parece que lo bueno se está acabando. 

Con todo este telón de fondo, adoptar una estrategia activa y ágil de multiactivos es la mejor opción para obtener buenos resultados. Es una opción que puede plantearse para generar una mayor estabilidad y confianza con nuestro dinero de cara al futuro.

Estamos experimentando unas condiciones de mercado únicas, con pocos paralelismos a lo largo de la historia financiera. En los últimos meses, hemos sufrido un verdadero seísmo en la geopolítica, la economía y la política del suministro energético. Estamos, en definitiva, presenciando cómo el apoyo monetario masivo que se inició con la crisis financiera de 2007 y 2008 y que se aceleró durante la pandemia está cambiando drásticamente. Y esto tiene consecuencias sobre nuestras inversiones y sobre nuestros ahorros.

¿Y qué pasa entonces? Básicamente, cuando los mercados sufren turbulencias como estas, lo habitual es que determinadas clases de activos muestren buenos rendimientos ajustados al riesgo. Por ejemplo, en los últimos coletazos de la burbuja tecnológica de 2000 y 2001, la bolsa presentaba malos resultados, pero en cambio, los bonos rendían muy bien.

Sin embargo, en lo que llevamos de 2022, tanto la renta fija como la variable están atravesando momentos complicados. Aunque la pobre rentabilidad de la bolsa podría ser más previsible, a algunos les ha pillado por sorpresa la evolución de los bonos.

De hecho, la típica cartera mixta con 30% de bolsa y 70% de bonos por la que optan muchos inversores europeos ha obtenido resultados desastrosos durante este periodo.

Entonces, ¿qué se puede hacer como ahorradores e inversores? ¿Hay alguna forma de actuar mejor? Lo cierto es que hay alternativas que ofrecen un rendimiento extraordinario. De hecho, los valores energéticos y las materias primas, por ejemplo, demuestran que todavía hay opciones acertadas para diversificar las carteras, pese al rendimiento generalizado de los títulos de renta fija y variable.

Estas oportunidades reflejan las ventajas que ofrece adoptar una estrategia flexible de multiactivos, ya que se combinan clases de activos de diferentes perfiles de riesgo, que reaccionan de forma distinta según los acontecimientos.

En este sentido, mediante este enfoque, uno puede beneficiarse de los efectos de la diversificación y conseguir un rendimiento elevado ajustado al riesgo. Nos estamos adentrando en una fase de “glocalización”: las cadenas de suministro se acortan y la producción se desplazada a entornos más regionales. Se trata de una tendencia que se inició antes del conflicto armado en Ucrania, debido a los problemas comerciales entre Estados Unidos y China, y que ha empezado a acelerarse en 2022.

El capital y la mano de obra se distribuyen de un modo menos eficiente, y el potencial de crecimiento se ha reducido. Si como resultado de esta tendencia, las empresas acaban teniendo menos capacidad para acceder a mano de obra barata, los precios se incrementarán.

Estas tendencias podrían verse parcialmente compensadas por incrementos en la productividad fruto de, por ejemplo, la robotización. Sin embargo, el efecto general es negativo y, probablemente, inflacionario.

Al mismo tiempo, la invasión rusa ha dirigido la atención a la falta de inversión en las capacidades de producción de energía; una situación motivada por la guerra en Ucrania, pero que lleva siendo una realidad desde hace un tiempo. Asimismo, la dirección política actual apuesta por incrementar rápidamente el uso de energías verdes. Todas estas tendencias juntas tienen como resultado el posible fin de varias décadas de energía barata, al menos, por ahora.

La inflación es una preocupación para todos los inversores, también para los que siguen una estrategia de multiactivos, ya que es determinante para los rendimientos de algunas clases de activos. Por ejemplo, si esperamos una inflación elevada, invertir en materias primas suele ser una opción atractiva para muchos.

No obstante, lo que es igual de importante que la tasa de inflación actual es la previsión de su trayectoria. De este modo, podemos observar que, cuando la inflación es elevada, pero se espera que caiga, las materias primas dejan de ser la opción preferida por los inversores. Lo anterior es clave a la hora de determinar el orden de nuestros movimientos. Es fundamental saber cuándo pasar de una clase de activos, como las materias primas, a otra, como los bonos.

¿Y qué consecuencias tiene para nosotros como inversores? Que, independientemente de las condiciones del mercado, siempre hay oportunidades para diversificar la cartera de un modo efectivo. Podríamos incluso encontrar oportunidades dentro de clases de activos que, a nivel general, no están teniendo buenos resultados. Estamos convencidos de que, en la actualidad, buscar asesoramiento experto y adoptar una estrategia de multiactivos es el enfoque correcto.

Si tienes dudas sobre cómo empezar a actuar o sobre qué tipo de estrategia se adecua mejor a tu perfil, contacta con un asesor profesional.

 

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