plan pensiones individual

Un plan de pensiones no es más que un producto de ahorro previsional cuyo horizonte es a largo plazo. La finalidad de la persona que lo contrata es la de construir un ahorro que a lo largo de los años generará cierta rentabilidad. Dicho capital se construye a través de las aportaciones periódicas o puntuales realizadas por el partícipe y que, para generar rendimientos, son invertidas por los gestores del plan en función de los criterios de rentabilidad acordados y el nivel de riesgo asumido por el contribuyente.

Así pues, a la hora de rescatar el plan de pensiones, el titular podrá recibir no solo el dinero que aportó, sino también las utilidades que este haya podido producir. Por otro lado, son productos que conviven perfectamente con la pensión pública, es decir que, una persona puede perfectamente beneficiarse del sistema público de jubilación y a la vez cobrar los rendimientos del capital aportado o bien, retirarlo de manera parcial o total.

Cuando escuchamos hablar de instrumentos o productos financieros podemos llegar a pensar que se trata de conceptos muy complejos y difíciles de gestionar, pero nada más lejos de la realidad. La mayoría de ellos están a nuestro alcance y con la ayuda de un gestor o asesor profesional podemos llegar a sacarle mucho partido a este tipo de inversiones.

En el caso de los planes de pensiones, su funcionamiento es muy sencillo: el partícipe realiza una aportaciones periódicas o extraordinarias a la entidad administradora del plan de pensiones y esta se encarga de mover el dinero comprando y vendiendo activos para conseguir la mayor rentabilidad posible. Una de las principales ventajas de los planes de pensiones es que aprovechan los beneficios del interés compuesto. En otras palabras, se reinvierten los intereses que produce el plan cada año.

Las inversiones que realizan los gestores con las aportaciones del cliente para buscar la máxima rentabilidad dependerá del plan que se haya contratado. En términos generales, podemos decir que los planes de renta fija y los de renta variable son los más comunes.

Además de entender cómo funciona un plan de pensiones conviene saber cómo se realizan los aportes y cuál es la suma máxima permitida. Desde enero de 2021, la aportación anual no puede exceder los 2.000 € por partícipe. En caso de que las actividades económicas del cónyuge sean inferiores a los 8.000 € anuales o este no disponga de rendimientos netos del trabajo, podrán aportar al plan del esposo o esposa un máximo de 1.000 € anuales.

Por su parte, las aportaciones de personas con deficiencia física o psíquica reconocida igual o superior al 65% no podrán superar los 24.250 € anuales. Esta cifra incluye las aportaciones realizadas por terceras personas a su favor que no podrán exceder los 10.000 € cada año.

¡Cuánto antes empieces a invertir, mejor! Al tratarse de un producto a largo plazo, será mucho más rentable cuanto más tiempo tenga por delante para hacer crecer el capital invertido. La razón es sencilla: se aprovecha mejor la capacidad del interés compuesto y se maximizan las deducciones fiscales.

Aunque muchos expertos recomiendan contratar un plan de pensiones a partir de los treinta años, lo aconsejable es hacerlo desde el momento en el que ingresamos al mercado laboral o bien, desde que gozamos de una estabilidad laboral aceptable. De esta forma, el dinero que ahorramos con un esfuerzo mínimo, nos otorgará mayores rendimientos a largo plazo.

 

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